Hoke y Lucho se cuelgan la medalla

Salió. Y era el disco. El disco del año.

Ya han pasado 456 días desde que Hoke avisó a través de un tweet de que tenían un disco preparado. En este tiempo, un hype creado sin forzar, muchas preguntas y mucho secretismo, una gira de un disco que no existía, e incluso debates de si ya nunca saldría el álbum.

El pasado lunes 12 de septiembre subieron una foto de la portada y estallaron las redes. En los comentarios podías leer a Quevedo, Delaossa, Recycled J, Judeline, Abhir, L’haine, Hard GZ, Natos y Waor, El Virtual, etc. Una barbaridad de artistas, muchos de ellos muy lejanos a su género, compartiendo y comentando de un chaval valenciano y un productor, que entre ambos no sumaban 35.000 seguidores, lo que se suele definir como “el rapero favorito de tu rapero favorito”. Ídem Louis Amoeba.

La unión de la que muchos hablan, pero con hechos y merecida. No dieron más información, para seguir dejando abiertas las especulaciones de si era el álbum o tan solo un single.

La estrategia de estos atletas ha sido sublime. Sin hablar mucho, habían creado una expectación y un culto por el álbum con el que jugaron para hacer una gira presentando el álbum: “si quieres escucharlo, ven a vernos”. Un álbum fantasma, llenó ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla, y la gente aumentó el hype vigente. Ahora, con el álbum en la calle, girarán de nuevo. Touché.

Ceremonia de inauguración

El pasado miércoles 14 de septiembre casi 5.000 personas esperaban en sus casas la ceremonia de inauguración. Lo lanzó como “Full Álbum” en un solo vídeo en YouTube. Sin videoclip, sin promoción, sin pre-save, sin disqueras ni distribución profesional, dos artistas que no entran en el Top 500 nacional de Spotify. Un vídeo de una portada durante 26 minutos, que tan solo tienes que disfrutar los tracks sin distracciones.

El proyecto consta de 11 cortes, que incluyen los dos adelantos y una Skit. Una obra maestra conceptual, que ha mejorado las marcas esperadas (y mira que estaban altas). Sonido cuidado al milímetro, que evidencia lo meticulosos y detallistas que ambos son, mimando cada estructura, sampleo, sílaba o sonido. Es un claro ejemplo de trabajo bien hecho, en todos los sentidos. La estética definida y encaja a la perfección con los personajes y el concepto.

BBO es para siempre

Con el tiempo, las escuchas y examinando el álbum, vas descubriendo Easter Eggs como que TT, aparte de ser un guiño a la jerga valenciana, es el icono de unas vallas de salto olímpicas. Que encaja el final de «L2POE» con el inicio de éste, dando a entender que es una continuación (y al acabar igual, así que con final abierto). Que también cada corte tiene un lettering que refleja el título a través de los cinco aros olímpicos (excepto el Skit). Que cuando Cruz Cafuné dice “Lucho por toda mi tropa”, coincide en el 9:22 del minutaje total del disco (prefijo telefónico de Santa Cruz), y luego deja un sutil shout out a Dudu (Eduardo Jiménez, Josemi en Aquí no hay quien viva).

Por no hablar de las barras que tras 5, 20 o incluso 100 escuchas entiendes un doble sentido distinto. Ni la primera frase del disco: “en las 8 calles de siempre dando vueltas”, a las primeras escuchas había entendido el paralelismo con las 8 calles que forman una pista de atletismo en la que das vueltas. Record olímpico.

Las colaboraciones, bien elegidas y ejecutadas: Cruz Cafuné, Ergo Pro & Ill Pekeño y Ébano por partida doble. Como dice Ill Pekeño, “para mi Hoke el trono ya está listo”, el valenciano se cuelga la medalla de oro, con un trabajo atemporal y respeto dentro de la escena.

Sobre Lucho, todo lo que toca lo hace oro, y esta vez con medalla. Tras “L2POE” era difícil superarse, y el tiempo, la objetividad y sentimientos personales compararán, aunque no hay duda que ambos serán álbumes que marcan una generación.

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